Todo comenzó en el año 2016, cuando muchos usuarios de teléfonos Apple, empezaron a tener problemas con el rendimiento de sus iPhone 6, iPhone 6 Plus, iPhone 6S, iPhone 6S Plus y iPhone SE, los cuales se actualizaron a la versión 10.2.1 de iOS. Los teléfonos iPhone 7 y iPhone 7 Plus que ejecutaban la versión de iOS 11.2 sufrieron el mismo contratiempo.

Ante las quejas de gran número de propietarios de estos modelos de iPhone, Apple reconoció en 2017 que puso un tope en el rendimiento de sus iPhone, y que los paquetes de actualización de su sistema operativo iOS reducían las velocidades de procesamiento de datos de la CPU con el supuesto objetivo de evitar apagones inesperados y repentinos en teléfonos con baterías “químicamente envejecidas”, pero, no informó previamente de ello a los usuarios.

Es lo que se llamó en Estados Unidos y Canadá el caso batterygate, ya que iPhone provocaba la ralentización de los modelos de iPhone antiguas de forma deliberada, siendo la causa del problema precisamente la batería.

Apple pidió disculpas por su falta de transparencia al no informar previamente a los usuarios, y tomó algunas medias para reparar de algún modo el daño producido por la ralentización de los iPhone antiguos. Una de las medidas fue rebajar el precio de las baterías nuevas para reemplazar las que tenían bajo rendimiento, de forma que el usuario afectado podía reemplazar la batería a 29 dólares, precio muy por debajo del normal, ya que el coste de una reparación de este tipo es de 79 euros.

Además, las Compañía acabó reconociendo que los problemas de rendimiento eran responsabilidad suya, porque era una forma de evitar que el teléfono se apagara, un riesgo que aumentaba cuando la batería tenía cierto uso y el teléfono seguía dándolo todo.

Pero, Apple en ningún momento reconoció haber actuado de forma ilícita ni delictiva, lo que desembocó en la presentación de una demanda colectiva en EEUU, en la que se acusaba a Apple de “estrangular en secreto” el rendimiento de ciertos modelos de teléfonos iPhone con el fin de enriquecerse al “invitar”, u “obligar” en cierto modo a que los usuarios renovaran sus teléfonos.

Esta situación terminó en 2020, mediante un acuerdo entre las partes, por el que Apple se obligaba a pagar hasta 500 millones de dólares a los demandantes, que recibirían inicialmente la cantidad de 65 dólares por dispositivo afectado, aunque la cantidad que se ha comenzado a pagar en 2.023 por la compañía ronda los 92 €.

Para poder cobrar la indemnización era requisito necesario que los usuarios afectados realizaran una reclamación antes de octubre de 2020, así como que el propietario tuviera el teléfono antes de 2018 o que, efectivamente, hubieran tenido problemas de rendimiento.

Importante: A los modelos afectados iPhone 6, 6 Plus, 6s, 6s Plus, 7, 7 Plus y SE, se le acabó incluyendo una opción para desactivar esa ralentización.

Además, Apple tomó medias a raíz de la polémica, y en la versión 11.3 de iOS, lanzada en 2018, incluyó por primera vez el apartado de salud de la batería.

Estas incidencias de la Compañía pudieron ser la consecuencia de una caída de ventas de iPhone del 2,45%, aunque quizás, la causa de la bajada de ventas sea estructural del mercado, por la caída de venta de teléfonos en general.

En cualquier caso, las baterías de modelos posteriores, como el iPhone 15, cuentan con una capacidad de carga muy superior.

Obsolescencia programada o planificada en iPhone

Es importante tener en cuenta que la obsolescencia programada es una práctica ilegal utilizada por algunas compañías para anticipar y precipitar la inutilidad de sus productos con el fin de forzar a los consumidores a adquirir otros nuevos o la próxima versión.

En este sentido, Apple ha sido acusada en numerosas ocasiones de practicar la obsolescencia programada en sus iPhone. Lo que ha llevado, en el ámbito de la Unión Europea (UE), a la sensibilización contra esta tendencia.

Es previsible, por tanto, que la UE apruebe legislación que trate de paliar y evitar la llamada obsolescencia programada o planificada en los dispositivos electrónicos, a fin de que los mismos puedan ser reparados y tenga una vida útil más larga, evitando así gran cantidad de residuos y logrando una producción más sostenible, lo que se lograría, por ejemplo, cambiando la batería del teléfono, este tuviese una vida útil más larga.

Huelga decir, que también se hace necesario una cambio de mentalidad en los usuarios, en muchas ocasiones ávidos de adquirir en nuevo modelo de iPhone, desechando el anterior, el cual funciona bien todavía.

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